BIOGRAFÍA JOSÉ MANUEL NAVARRO, EL MAÑO
José Manuel Navarro vino al mundo en Caspe el 29 de octubre de 1941, nació maño y, hasta su muerte el 2 de diciembre de 2013, fue El Maño. Pasó su infancia en el mundo rural de la posguerra española y su adolescencia interno en un colegio de Zaragoza. Se trasladó a Madrid para estudiar Ciencias Geológicas, una facultad nueva desgajada de la licenciatura de Ciencias Naturales, y compartiendo aulas con unos compañeros que, pasado los años, llegarían a ser importantes investigadores y profesores universitarios. José Manuel nunca fue un estudiante de brillantes notas, pero su carácter extrovertido y su gran inteligencia le hizo merecedor de estar entre los discípulos dilectos del profesor José Maria Fúster, catedrático de Petrología de la universidad Complutense y pionero en España en el estudio de las rocas volcánicas. En el año 1968 organizó el Simposio Internacional de Volcanología en Canarias y fue la presentación en la comunidad volcanológica de sus discípulos, entre los que se encontraba José Manuel, y allí expusieron sus trabajos que sentaron las bases de la geología actual de las islas Canarias. En estos años El Maño fue coautor de mapas geológicos que levantó el equipo liderado por Fúster y destacó como geólogo de campo y como experto en la elaboración de la cartografía. En esos años inicia sus primeros trabajos de investigación y, también, comenzó su tesis doctoral.
Participó (1971-72) en el SPA-15 , un proyecto patrocinado por la UNESCO, para estudiar la hidrogeología del archipiélago. Fue su inicio en esta ciencia que posteriormente marcaría su vida profesional. Abandonó la carrera académica y nunca concluyó su tesis, pero llevado por su espíritu inquieto y su enorme curiosidad intelectual ejerció la profesión libre de geólogo en Ecuador donde residió a partir de 1973. Aprovechó esta estancia para recorrer con su inseparable moto gran parte del continente americano y practicar una de sus aficiones favoritas: el paracaidismo. En 1977 regresó a Tenerife donde se dedicó a la jardinería. En 1978 volvió a Ecuador y, de allí, pasó al Viejo Continente haciendo trabajos en Italia, Grecia y Kenia, unas estancias que le dieron la oportunidad de conocer a la élite de la volcanología italiana y, como era habitual en él, hacer numerosos amigos que nunca lo han olvidado.
A comienzo de los años ochenta pasó por Tenerife en uno de sus viajes, su intención era volver a América, pero en aquellos años se estaban elaborando los planes hidrológicos de cada isla y fue contratado para el de Tenerife. Se convirtió, junto a Telésforo Bravo y Juan Coello en uno de los mayores conocedores de los sistemas de extracción del agua subterránea y, por tanto del funcionamiento de los acuíferos insulares. Estos trabajos le permitieron dar forma a la teoría, propuesta por Bravo en 1962 de los grandes deslizamiento en las islas volcánicas. En 1989 se publicó el avance del Plan Hidrológico de Tenerife donde aparecían estos deslizamientos como hechos claves en la evolución geológica de la isla y en el funcionamiento de los acuíferos. Ese mismo año presenta junto con Juan Coello el trabajo titulado “Depresiones formadas por deslizamiento gravitacional en Tenerife”. Sin embargo este trabajo no fue aceptado y solo se publicó un breve resumen que, a pesar de ello, tuvo un gran impacto en la literatura geológica posterior. En los años siguientes elaboró los capítulos hidrológicos de los planes insulares de las islas La Palma, La Gomera y El Hierro.
En los años noventa realizó la cartografía de los parques nacionales de El Teide y Taburiente en los que aparecen representados los deslizamientos que afectaron a estas islas y que fueron una auténtica novedad científica. En 1995 el cabildo del Hierro publicó el libro El agua en el Hierro del que fueron autores José Manuel y Carlos Soler en el que explica los deslizamientos registrados en esta isla. De esta época datan sus trabajos en Cabo Verde. En el año 2000 la editorial Esfagnos editó un libro sobre el Parque Nacional del Teide y El Maño se hizo cargo del capítulo dedicado a la geología. En 1991 participó en la expedición científica del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife a las islas Galápagos, fue su último contacto con su añorado Ecuador. También con el Museo formó parte del equipo que se desplazó a Mauritania para estudiar los posibles cráteres de impacto localizado en el desierto mauritano
Pero la mayor parte de sus trabajos no fueron publicados, eran informes que desbordaban lo técnico para ser auténticos trabajos de investigación y, por eso, muchos de ellos han servido para que otros científicos elaboraran sus trabajos sobre las islas.
Canarias, en particular las cuatro islas occidentales, tiene una deuda de gratitud con José Manuel, gracias a sus trabajos conocemos mucho mejor la evolución geológica de las islas e hizo posible la explotación racional de sus recursos hidráulicos. Gracias Maño.